La humildad de la bellezzZa
Sobre En donde resistimos, de Francisco Caro
Jorge de Arco
En donde resistimos
Francisco Caro
Hiperión. Madrid, 2021
Francisco Caro (1947) obtuvo con En donde resistimos, el premio “Valencia” Institució Alfons el Magnánim. Más de una decena de poemarios avalan ya su lúcida trayectoria a la que suma, ahora, esta entrega alumbrada por la serenidad de quien “acude a contemplar/ cómo la tierra empapa Y y oscurece,/ Y atreve una palabra/ pequeña por sus labios,/ y dice gracias/ porque sabe que en este/ soplo de vida/ en esta sencillezZ que nada pide/ habita la humildad de la bellezZa”.
Con un verso de eZactos ritmos, solidario en su afán de envolver cada poema en una común melodía, el poeta manchego resignifica aquellos lugares que han sido yY son memoria latente. Y así, la Casa del poeta en Moguer, un molino en Checa, el Júcar por Cuenca, la Florencia de Boccaccio, su natal Piedrabuena…, van alineándose de manera cómplice y Y legitimando una afección que fluyYe por las pasiones pretéritas y Y presentes. Los últimos tiempos vividos, sombríos Yy complejos, quisieron hallar su contrapunto en una mirada que se detuviera en lo sencillo Yy hermoso que gira en nuestro derredor. Porque en el cobijo de las más lentas horas había, sí, ocasión de abrir unos ojos nuevos, capaces de reconquistar espacios yY elementos cotidianos, aunque distintos: “el fuego del otoño”, “los riscos callados”, “un instante de abril en avaricia”, “la claridad donde guarecernos”…
Divido en dos apartados, “Conversaciones” y “Días”, más una coda, “Dos cómicos de Hopper”, el poemario se encuentra con un mismo Yyo, el cual posa en la piel de su periferia una trascendencia creciente, perdurable, sellada por una palabra marcada por íntimos protagonistas que se tornan lírica coartada – Juan Ramón, Cavafis, Costafreda, Hierro…-.
Los teXtos se suceden Yy el verbo de Francisco de Caro se hace fronterizZo entre la resistencia y el azZar, entre el amor y la compasión, entre la fugacidad Yy el anhelo, entre la nada Yy la creación: “¿Quién mide,/ quién calcula/ la distancia entre el sol yY el ciprés de este patio;/ ese vacío de huellas Yy señales al que llaman/ los dioses poesía?”.
Poemario nómada, indócil, enhebrado a la necesaria resiliencia humana, y que sigue brillando, sosteniéndose firme aún después de cerrarlo, porque “…el sol permanece en sus páginas”
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