Lo que un día fue verdad
Sobre Año luz, de Álvaro Tato
Jorge de Arco
Año luz
Álvaro Tato
Poesía Hiperión. Madrid, 2021
Es
este el quinto poemario de Álvaro Tato (1978) y en él se adivina una
voluntad conciliadora con el ámbito que gira en derredor del yo. El
escritor madrileño apuesta por un verso melódico, ágilmente ritmado y
rimado y en el que la variedad estrófica -con preferencia por el soneto-
vertebra un volumen dinámico, sustantivo. Porque este año luz que
ocupa y preocupa al poeta es, a su vez, un compendio de inquietudes,
certidumbres, dichas, nostalgias…, que se agrupan en torno a lo
empírico, a la propia intensidad con la que cada uno hacer valer su
condición terrenal: “Atrévete a vivir como tú quieras,/ ríe una vez por
cada vez que llores,/ siembra un jardín que dé frutos y flores/ en este
estéril páramo de fieras,/ cambia por lo que buscas lo que esperas,/ lo
que conozcas bien por lo que ignores,/ regala a los demás mundos
mejores/ y unas pocas palabras verdaderas”.
Sabedor de que su palabra es una puerta abierta para apuntalar la libertad y la esperanza, Álvaro Tato se afana en desplegar una realidad vigente dadora de amor, de consuelo, mas también de esos instantes en que la quimera del ayer se torna memoria sobre el filo de su propia historia. Desde ella, llega el eco de la infancia, de todo aquello que era posible en la magia de los años por cumplir, de los deseos por llegar, y que ahora no son sino danza y brillor lejanos, remoto paisaje que desnuda todavía el corazón: “Busco en mis viejos versos la insegura/ huella de lo que un día fue verdad/ como la ruina de una gran ciudad/ que nadie habita ya pero perdura/ aún en pie la última escultura,/ la estatua rota de mi tierna edad:/ aquel soneto que dejé a mitad”.
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