Viernes 7.05.21
EL NORTE DE CASTILLA
LA SOMBRA DEL CIPRÉS
Fermín Herrero
Álvaro Tato optó por «escrivivir», por la vida artística desde muy joven, como actor y dramaturgo. Es uno de los rostros más conocidos de la exitosa compañía de teatro Ron Lalá, puede decirse que ha volcado su inmenso talento en la juglaría, pues además ganó muy joven el Hiperión con ‘Cara máscara’ y con posterioridad ha publicado al menos tres libros más de versos. Ahora, con ‘Año luz’, nos ofrece una corona de sonetos apurando las posibilidades, hasta tipográficas, un ejemplo de «puño y letra» se reproduce tal cual, de la forma métrica fundamental, «son neto», como señala, de nuestro idioma. Excepto dos con serventesios, todos según el molde estrófico tradicional, menos uno que teóricamente se dejó a medias y otro con tres estrofas más estrambote. Pero con variantes y combinaciones varias de metro: desde los clásicos, con endecasílabos canónicos, la mayoría, hasta el más difícil todavía con bisílabos (una poética para reverdecer de continuo), pasando por trisílabos, tetrasílabos, hexasílabos, heptasílabos, octosílabos y sólo uno con alejandrinos, muchos polisílabos.
Con reverberaciones, entre otros, de Dante, Shakespeare, Lope, Machado o Aníbal Núñez, se muestra, pues, como un virtuoso de la prosodia, seguro de que «el mundo en un soneto cabe». Ya en entregas anteriores había rescatado bulerías, fandangos y demás palos flamencos o recreado y dialogado con nuestra lírica popular antigua. Me da la impresión de que su dominio versal le ha servido para adaptar o versionear celebradas piezas del teatro español clásico y a la vez la frecuentación de éstas ha obrado a favor de su poesía leve y alada, con gracia y salero, así como de su potestad sobre las formas métricas y su ingenio para jugar con el lenguaje. La temática es varia: amores, reflexiones sapienciales, paisajes marítimos y montaraces, recuerdos nostálgicos…, sobre todo momentos de plenitud en torno a la rosa, la lluvia, la danza, la luna, un gorrión, una estatua, un aliso que se copia en una poza…
Como el resto de su poesía, los sonetos de ‘Año luz’, aparte de demostrar su maestría rítmica y su portentosa imaginación verbal, son jubilosos, desde el primero de amanecida, propiamente inaugural: «mi voz se alza otra vez recién nacida», contagian una alegría de vivir que sólo puede proporcionarnos, y esto vale para los otros tres autores que recomendamos hoy [George Steiner, Pedro Mairal y Beatriz Montañez], el arte vivido en primera persona.
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