Cuadernos del Sur
La otra cara de Benito Pérez Galdós. ANTOLOGÍA
Alejandro López Andrada
ya será imposible. Así, entre otros eventos de relieve, el pasado año no pudieron celebrarse en su plenitud dos centenarios memorables: el del nacimiento de Miguel Delibes y el de la muerte de Benito Pérez Galdós. Uno y otro pasaron, de algún modo, desapercibidos, aunque, por fortuna, en el caso de Galdós, para inmortalizar dicha efeméride, logró ver la luz este Páginas magistrales, un libro que ofrece una muestra exquisita, heterodoxa, de los textos mejores del escritor canario. Tanto es así que, con esta antología del variopinto universo galdosiano, una recopilación genuina e insólita, hasta los no admiradores de don Benito -entre los que me incluyo- disfrutarán de unos pasajes escritos con elegancia y pulso lírico que ayudan a soslayar la prosa rústica, garbancera se dijo, del prolífico escritor. Decíamos, al principio, que el centenario de Galdós pasó casi desapercibido. Sin embargo, nos queda el regalo de este espléndido homenaje, esta compilación de textos galdosianos que Jesús Munárriz fue seleccionando durante los meses del confinamiento, tras haber leído minuciosamente
Los episodios nacionales hace más de una década, en otro confinamiento de año y medio, mientras convalecía en su casa de Madrid tras un accidente doméstico. Así, gracias a estas dos fortuitas reclusiones, ideó este volumen excelente, bien medido, ensamblando un corpus literario sugestivo que resalta fragmentos de la obra de un autor imprescindible, nos guste más o menos, en el parnaso esencial de las letras hispánicas. Estructurado en capítulos enjundiosos de variados ambientes y materias, que van desde el titulado «Paisajes rurales y urbanos » al que cierra el volumen, «Cajón de sastre», este florilegio discurre entre meandros de olor cervantino (don Benito admiró mucho a don Miguel) y otros de aire castizo, provinciano, también sociológico, hacia una limpia confluencia en la que resalta la pasión de un escritor enamorado de una época difícil de nuestro país que él retrató mejor que nadie. Todos los capítulos del libro van fluyendo y se van conjugando como piezas de un gran puzle o, en su caso también, como hilos sustanciosos, finamente entramados de un armónico tapiz que nos da una visión singular y heterodoxa de la ingente y feraz obra galdosiana. Otro acierto de este volumen es que su autor ha titulado muy bien cada fragmento atendiendo al asunto tratado entre sus líneas. En el primer capítulo encontramos fragmentos tan bellos como este «Un huerto alcalaíno»: «No se oía más que el ruido de la noria, el golpe de la azada, el canto de algún labriego que por el camino cercano pasaba, y los precipitados pasos de alguna res ansiosa de llegar al hogar» (pág. 17). Y al poco, solo unas páginas después, en el mismo apartado que se ocupa de citar paisajes rurales y urbanos de la época, hallamos esta foto del Paseo de Recoletos en un Madrid carpetovetónico, antediluviano: «Me agradaba ver pasar cada cinco minutos el tranvía, siempre de derecha a izquierda, con las plataformas llenas de gente; me gustaba ver las hojas arrancadas de los árboles por el viento y esparcidas por todo el paseo» (pág. 37). También de Madrid, de su provincia y sus alrededores, ha recopilado el antólogo varios fragmentos de enorme atractivo, como el dedicado a la Arganzuela: «Atraviesa la Ronda y se convierte en despeñadero, rodeado de casuchas que parecen hechas
con amasada ceniza» (pág. 49). La sociedad, la política, la religión, la economía y los ritos de una época, tienen cabida en esta antología prosística de Pérez Galdós, pues de todo habló en su obra. Es difícil, por tanto, mencionar o destacar del jugoso conjunto alguna pieza sobre otras, pues todasdestellan como guijarros sobre el fondo de un arroyo que corre entre chopos de cristal. Aun así, podríamos reseñar este hermoso texto perteneciente al capítulo «Oficios y empleos», en el que Galdós habla de un buhonero: «No tengo familia ni ambición, y disfruto del local más ventilado y espacioso que puede imaginarse, que es el libre suelo de mi España querida. Total: que mi casa la barre el aire» (pág. 151). Así, con este fragmento sacado al azar de la antología, dejamos constancia del puro y diáfano paisaje,interior y exterior, que Galdós hizo inmortal y, ahora, un siglo más tarde de su muerte,ha recogido en un libro de obligada lectura el escritor Jesús Munárriz consiguiendo que los no lectores de Galdós hayamos podido, al fin, gozar sus prosas, olvidando el tono pedestre y garbancero que antaño tildó su modo de escribir y aquí se aligera adquiriendo intensidad.
‘Benito Pérez Galdós. Páginas magistrales’ (Antología de Jesús Munárriz). Editorial: Hiperión . Madrid, 2020.
La sociedad, la política, la religión, la economía y los ritos de una época tienen
cabida en este volumen
Esta antología de textos galdosianos realizada por Jesús Munárriz ofrece al lector un camino inédito y hermoso para disfrutar de un paseo
emocionado por entre las páginas de un narrador imprescindible en la literatura española del siglo XX. La intensa y extensa obra literaria de Benito
Pérez Galdós adquiere aquí, en este volumen, ‘Páginas magistrales’, una dimensión absolutamente insólita, de genuinos y variados matices
literarios. En la intensa y ardua labor de esta selección de prosas y textos se ve la mano de un poeta, Jesús Munárriz, autor de libros de versos
memorables como, por ejemplo, ‘Esos tus ojos’ (Hiperión, 1981), ‘Otros labios me sueñan’ (Hiperión, 1992), ‘Viajes y estancias’ (Hiperión, 2005) y ‘Escaramujos’ (Pre-Textos, 2019). En cuanto a su labor como traductor, Munárriz se ha ocupado de la obra de Rilke en libros como ‘Cartas a un joven poeta’ (Hiperión, 2004) y ‘Los sonetos a Orfeo’ (2003), o del libro de Holderlin, ‘Hiperión o el eremita en Grecia’ (Hiperión, 1976), por citar algunos títulos. También ha traducido obras de otros autores clásicos
como Goethe, Keats, Stevenson, Ezra Pound o Pessoa.
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