Rodrigo Olay: Saltar la hoguera
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RODRIGO OLAY Saltar la hoguera Hiperión, Madrid, 2019 |
«Quién hubiera supuesto que aquí estabas, / tan lejos de mi lengua y de los míos, / esperándome tú, / serenidad».
Hermoso título el del tercer poemario de Rodrigo Olay
(Noreña, 1989), que remite a esos lances de la noche de San Juan en que
los mozos saltan sobre el fuego para purificarse. En la lectura
asistimos a un salto similar. Arranca Olay encorsetado por la forma,
concentrado en cumplir con los imperativos del soneto. Y es solo cuando
olvida esta obligación, cuando se suelta a la vida (que es cuando el
lector piensa en rendirse), cuando instala su propia manera de decir.
Muchas veces, en poesía, la manera de decir, la voz, es tan importante
como lo que se dice. Es el caso. A partir, más o menos, de “Cours de la
somme”, nos engancha la calidez con que un poeta joven, pero muy
viajado, mezcla con sabiduría sus experiencias amorosas con los paisajes
lejanos y los recuerdos de niño, los homenajes a personas de la familia
o tan cercanas que merecen serlo: «Por qué es esta manzana que ya acabo
/ la misma que apañó / junto al pozo mi abuelo Ringo un día / y mi
abuela Jovita fue cortándome. // Por qué si soy feliz / se me empañan
los ojos solamente / con recordar sus nombres». El dominio de la forma
sigue ahí, pero importa mucho menos, porque lo que nos captura es la
idea poética, bien elegida, y el cauce prosódico que nos guía de la mano
hasta el cuidado final: «Pájaro innominado, suave voz / de este lado
del sueño, gracias, porque / desde esa tu enramada del acorde / cordial,
/ desde el sembrado de la luz que viertes, / me has silbado al oído
este poema». Participamos del canto de ese pájaro y del reino blanco que
inaugura la nevada y de los hermanos, que se convierten de pronto en
todos los hermanos, incluso de quien no los tiene. Compartimos además
sus lances «por Europa, ligeros de equipaje / vendimiando los campus, /
limpios como soldados de alguna causa cierta / que partieran de casa
susurrando / una oración de Horacio / y custodiasen / el silencio de un
bosque tras los ojos. // Qué buscábamos, dime. No. Qué importa. / Sin
duda lo encontramos».
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