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~ Literatura y arte
JOSÉ ÁNGEL GARCÍA CABALLERO. EL JARRÓN ROTO
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Lunes
Dic 2019
in ![JA GARCÍA](https://carlosalcorta.files.wordpress.com/2019/12/ja-garcc38da.gif?w=529)
JOSÉ ÁNGEL GARCÍA CABALLERO. EL JARRÓN ROTO. PREMIO «VALÉNCIA» INSTITUCIÓ ALFONS EL MAGNÀNIM. POESÍA HIPERIÓN
Trinidad Gan, excelente poeta y crítica perspicaz, escribe en el paratexto de El jarrón roto
que «El autor, además de iluminar lo vivido y lo observado, haciendo
así la página habitable para el lector, nos ofrece en sus poemas una
interpretación actualizada de los temas y de los referentes clásicos […]
Y lo hace con una terca pasión por el lenguaje, por su inquietante
capacidad (poderosa y frágil al mismo tiempo) de forjar nuestra memoria,
de abrirnos hacia los otros, de desnudar la esencia de lo humano». La
cita es larga, pero merecía la pena transcribirla casi en su integridad,
porque resume perfectamente la sustancia de este libro, dividido en
tres secciones, «Al final de esta frase», la más extensa y heterogénea.
Hechos anecdóticos narrados con naturalidad —el pulular de alumnos del
instituto, el golpeteo de unos dedos sobre la mesa, un cuadro de Matisse
o unas piedras de la playa de Collioure— configuran un paisaje interior
que intenta reconstruirse al compás de la actualidad. Tradición
—Grecia— y modernidad —imágenes de móvil y mensajes de texto— conviven
en estos versos, de igual modo que convive la realidad con el deseo, es
decir, el ser sujeto a su destino y el ser que alimenta su futuro con la
memoria de unos dioses omnipotentes, ahora mudos: «Pero han callado
aquellos que sostenían destinos, / que eran causa de ofrenda y
reverencia, / tapiz tejido o joya engarzada, / cerámica tañida de
historias, simetrías / de color celebrando los dones, los encuentros»,
como José Ángel García Caballero en el poema «El silencio de los
dioses», con el que comienza la segunda sección, que lleva el mismo
título que el libro completo: «El jarrón roto»y está inspirada en la
cultura, las historias y los mitos de la antigua Grecia. Poemas
impregnados de nostalgia por un tiempo que, si no mejor, era propicio
para cultivar una filosofía de vida acorde con el ser humano, no con el
ser prácticamente biónico, como ocurre ahora. El ultimo poema de la
sección, «Europa», nos da algunas pistas al respecto: «También esta vez
vuelves / la vista y acaricias dos mundos engarzados / por el vértigo,
lloras bajo el agua del lago / Rara esta piel de abrigo, suave mientras
me aleja / de tus huellas y estira de mi piel acelerando. / De repente,
eres piedra que navega en las plazas, / succionas la intemperie / y me
ahogo despacio, poco a poco invisible / tras el lazo con que atas mis
muñecas».
La figura de
Antonio Machado tutela la tercera y última sección, «Algunas hojas
verdes», que comienza con un sentido homenaje a poetas como Juan Gelman,
José Emilio Pacheco o Félix Grande, fallecidos recientemente, pero el
motivo central es Melina, la criatura que llega a un mundo en permanente
ebullición. Su inminente nacimiento da pie a García Caballero a
reflexionar sobre el mundo agresivo y convulso que le espera, aunque en
sus versos prevalece un tono, digamos paternal, protector que endulza la
crudeza. El libro finaliza con estos versos que creo, pueden resumir
perfectamente, esta idea: «Entretanto, te duermes, / desconectas del
mundo unos pocos minutos, / no sé si sueñas, si eres ya capaz / de
componer historias, / de imaginar las idas y venidas / de tus muñecos,
pero la incerteza / esta vez no me angustia, / hay como algo de calma en
tus ojos cerrados, / en la brisa que mece / esta ciudad andando».
Probablemente, de una calma similar, benéfica y creativa, nacen estos
inspirados poemas que no rechazan la complejidad de la existencia, ni su
balance de pérdidas y ganancias, pero que logran convertirla en
bálsamo, en ofrenda para el presente.
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